El viaje implica un cambio en la ubicación de las personas, que puede realizarse a pie o través de cualquier medio de transporte (un vehículo motorizado, una bicicleta, un animal). En cuanto a los motivos de un viaje, pueden resultar muy variados: hay viajes que se realizan por ocio (aquellos vinculados al turismo), otros que se concretan por cuestiones sociales o familiares (la visita a una tía o a un amigo) y algunos que se desarrollan por asuntos académicos o laborales (un viaje de estudios, la asistencia a una reunión de negocios).
No obstante, también existen personas que prefieren conocer otros rincones del planeta apostando por paquetes turísticos cerrados en los que las agencias les han buscado tanto los billetes de los medios de transporte que van a utilizar como los hoteles donde se van a hospedar o las visitas guiadas.
Y todo ello sin pasar por alto que en los últimos años, y en los sectores más pudientes de la sociedad, se han puesto de moda los viajes a los resorts. Es decir, a hoteles donde se ofrecen tratamientos de belleza pues cuentan con instalaciones tales como jacuzzis o spas.
Otros viajes, en cambio, no tienen fecha de regreso, como las migraciones. Las personas que deben viajar para huir de un conflicto bélico o que deciden trasladarse para instalarse en un país extranjero no saben cuándo regresarán a la tierra de partida o, incluso, es posible que nunca regresen.